El proceso de reparación de humedades es una tarea crítica para mantener la integridad y la seguridad de cualquier edificio o construcción. Podemos encontrar estos desperfectos en todo tipo de infraestructuras, desde viviendas unifamiliares a comunidades, pabellones industriales y oficinas. La humedad puede dañar la estructura, causar problemas de salud en quienes conviven con ellas y afectar el confort de los diferentes espacios, además de afectar, de forma negativa, en el trabajo o la producción en casos concretos donde esta afección esté en un estado avanzado. Por ello es importante tratarla adecuadamente.
El primer paso en su reparación es identificar la fuente del problema, incluyendo fugas de agua, filtraciones, humedad por condensación o problemas de ventilación. Una vez identificado y cerciorado el origen del mismo se puede abordar su tratamiento. Tras evaluar el daño mediante la inspección de la estructura, la identificación de la extensión de la humedad y la evaluación de la necesidad de remover materiales afectados, se ha de trabajar con celeridad para evitar un empeoramiento de la situación a corto y largo plazo. Se ha de remover los materiales afectados, eliminando los revestimientos, paneles y aislantes dañados, según el caso.
Es importante ser cuidadoso y mantener la integridad de la estructura durante este proceso. La reparación pasará, inevitablemente, por el sellado de fugas, la instalación de sistemas de ventilación adicionales, la aplicación de productos impermeables y la colocación de sistemas de drenaje. También es importante tomar medidas para prevenir futuras reapariciones, instalando, por ejemplo, sistemas de detección de fugas. Con la restauración de los elementos dañados, y la aplicación de materiales nuevos, pintura especial y colocación de nueva estructura exterior, podría darse por finalizado el trabajo. Es importante asegurar la resistencia de todos ellos ante la humedad y su adecuación para el lugar donde se utilizan.
El mercado ofrece distintos productos para prevenir la aparición de humedades en el futuro, como los impermeabilizantes, que se aplican a paredes y techos para crear una barrera contra la penetración de agua. Sus formatos varían desde líquidos hasta rollos y membranas de polietileno, que se pueden seleccionar según las necesidades de cada caso. Los sellantes son una útil alternativa, con el objetivo de rellenar y cerrar juntas, grietas y huecos para, de esta forma, prevenir la entrada de agua. Los hay acrílicos, de silicona y de poliuretano, que pueden adaptarse a diferentes superficies y materiales de construcción.
Todo esto acompañado, por supuesto, con elementos drenantes como canaletas o sistemas de evacuación allí donde las aguas pluviales son frecuentes y abundantes, tratando de reducir al mínimo la acumulación de agua en las superficies. Es importante, adecuar las circunstancias a las necesidades, teniendo presente la posibilidad de instalar ventanas de bajo consumo o rejillas de ventilación, formando corrientes de aire adecuadas y reduciendo la humedad en el interior de la edificación. Realizar una inspección periódica de las instalaciones evitará a futuro nuevos contratiempos y mayores desembolsos económicos al tener que actuar nuevamente en la zona afectada.